sábado, 31 de diciembre de 2011

Otra vez ese jodido Bukowski

Hace muchos meses yo mismo escribí en este confuso proyecto de blog: Los cuentos de Bukowski son auténticos, sus novelas algo cargantes. Su poesía es infumable. En primer lugar quiero decir que siempre he sentido cierta simpatía hacia Bukowski, independientemente de que me gustaran más o menos sus libros. Principalmente porque Bukowski pudo ser muchas cosas en su vida, pero nunca fue un hijo de puta que vivía de una beca (Juan Mal-herido dixit). Así es, el tipo se arrastró por todas las cloacas, sacando pasta de debajo de las baldosas para pagar el alquiler, comprar cerveza y seguir escribiendo. Nada que ver con esos mierdas que siempre están en el sitio justo, en el momento justo. De hecho Bukowski nunca estaba en el sitio justo: llegaba demasiado tarde o estaba en el hipódromo o sentado chupando una cerveza con la mirada ensimismada en la pared. Un poeta, supongo. 



poco importa

poco amor
o poca vida
no es tan malo

lo que cuenta 
es observar las paredes
yo nací para eso

nací para robar rosas de las avenidas de la muerte.

El tema de Bukowski es peliagudo. En muchos círculos literarios está mal visto reconocer que te gusta o que lees a Bukowski. Estoy seguro de que muchos de esos que tanto le denostan se han reído a carcajadas, encerrados en su cuartucho, con alguno de sus relatos. Otros le imitan. En otros círculos, aunque más bien son elipses, Bukowski está de moda. Esto resulta casi tan cómico como lo primero. Un malditismo pop. Bukowski se reiría de ellos (sus pinturas no serían tan valiosas /ahora/ si no se hubiera/ cortado la oreja/ usado ese trapo alrededor de la cabeza/ y luego matado/ entre los tallos de maíz). Charles Bukowski tuvo un padre de mierda que le zurraba en lugar de buscar un empleo, su fuerte acné le convirtió en un monstruo sin amigos en el colegio y, para más inri, era de origen polaco. Nadie en su sano juicio quería ser medio polaco en el Nuevo Mundo. Solamente hay que recordar al enfurecido Stanley, de Un tranvía llamado deseo, gritando: ¡No me llaméis polaco! ¡No soy polaco! ¡Nací aquí y soy americano como vosotros! No me extraña. Irlandeses y polacos: la última escoria blanca del Nuevo Mundo y eso lo sabían en cualquier rincón de la América polvorienta. Por eso da tanta risa que la gente imite, no ya su estilo literario, sino su mismo personaje, su yo poético. En Malasaña hay incluso un bar que se llama Bukowski Club. No sé que día de la semana hacen lecturas poéticas. Van tíos (también alguna tía, pero la mayoría son tíos) a declamar sus poemas y se fuman medio paquete con gran dramatismo y se pimplan no sé cuántas cervezas y se creen que la poesía es eso. Mala literatura. Entonces descubres, como diría Bukowski, que el mundo no es gran cosa y que algo no funciona en todo este asunto de la poesía, donde hay gente dispuesta a entregar sus órganos a la causa, sin ofrecer a cambio un buen poema. 



y una vez en una fiesta lo amenacé con trompearlo y 
yo estaba estaba borracho y él lloró y 
me dio pena y a cambio golpeé al próximo poeta que pasó
con su botella de pis en la cabeza; o sea
nos entendimos después de todo. 



Últimamente he vuelto a la poesía de Bukowski, también a algunos de sus primeros relatos. Sobre sus relatos sigo pensando lo mismo: son auténticos, inconfundibles. Eso ya es suficiente para considerarle un buen escritor. Bukowski era valiente y eso es más importante en literatura que el propio talento. No son especialmente innovadores y todos se parecen muchísimo estilísticamente pero ¿y qué? No había demasiada distancia entre lo que escribía y su vida. Eran la misma cosa: escribir era algo que hacía entre cerveza y cerveza y las interminables tardes en el hipódromo, de vez en cuando se le ocurría o le sucedía algo y lo escribía, así, como te lo explicaría a ti en un bar de Los Ángeles. Sus novelas son esencialmente  una sucesión de relatos encadenados protagonizados por un mismo personaje, normalmente Herny Chinaski, o sea él. Quizá ni siquiera pueda hablarse de novela, no hay trama, ni cruce de historias, ni estructura, es un largo relato, un río; con putas, borrachos, lecturas de poesía underground, resacas, cerveza, mujeres de todas las condiciones y de pronto (y ahí está la poesía de Bukowski) momentos de una lucidez o de un humor que desarman al lector. Todo lo demás es accesorio, es el decorado, lo importante, para lo que se escribe, es para esos momentos en que Bukowski suelta algo que es verdad y te ríes o lloras según como lo exprese. De pronto detrás de toda su brutalidad y de su olímpica desidia, se muestra humano, demasiado humano y capaz de comprender a toda la raza en su derrota, de ser su voz más cínica. Ahora me he dado cuenta, releyendo su poesía. Fuertemente narrativos, sus poemas, son historias, momentos de reflexión; sin ningún tipo de andamiaje lírico, tan desnudos que asustan, pero de pronto se incendian y se vuelven pura fuerza. Bukowski se consideraba, ante todo, un poeta y con razón. Así que rectifico mi afirmación. No sé si Charles Bukowski es buen poeta.
O un gran poeta.
No tengo ni idea. Escribía peor que muchos, eso está claro.
Y diferente a todos. Era él. Pero supongo que era un poeta necesario y eso es lo mejor que puede decirse de un poeta.
Creo. 


Os dejo un poema suyo:



Consejo amistoso a un montón de jóvenes:

Id al Tíbet
montad en camello.
leed la Biblia
teñid vuestros zapatos de azul.
dejaos la barba.
dad la vuelta al mundo en una canoa de papel
suscribios al Saturday Evening Post
Masticad sólo por el lado izquierdo de la boca
casaos con una mujer que tenga una sola pierna y afeitaos con navaja

y grabad vuestro nombre en el brazo de ella

lavaos los dientes con gasolina
dormid todo el día y trepad a los árboles por la noche.
sed monjes y bebed perdigones y cerveza.
mantened la cabeza bajo el agua y tocad el violín
bailad la danza del vientre delante de velas rosas
matad a vuestro perro
presentaos al Alcalde
vivid en un barril
partíos la cabeza con un hacha
plantad tulipanes bajo la lluvia.


Pero no escribáis poesía.


 

miércoles, 28 de diciembre de 2011

Poema de amor a una chica que hacía striptease, Charles Bukowski


hace 50 años yo miraba a las chicas
que se desnudaban y contoneaban
en el Burbank y en el Follies
y era muy deprimente
y muy dramático,
la luz iba cambiando del verde al
púrpura y al rosa
y la música era fuerte y
vibrante,
ahora estoy aquí sentado esta noche
fumando y
escuchando música
clásica
pero aún recuerdo algunos
nombres: Darlene, Candy, Jeanette
y Rosalie.

Rosalie era
la mejor, sabía cómo hacerlo
y nos revolvíamos en los asientos y
rugíamos
cuando Rosalie brindaba magia
a los solitarios
hace ya tanto tiempo.

y ahora, Rosalie,
estarás muy vieja o
muy quieta bajo
tierra,
yo soy aquel chico
con la cara llena de granos
que mentía sobre su edad
sólo para poder
verte.

eres buena, Rosalie
en 1935
suficientemente buena como para recordarte
ahora
que la luz es amarilla
y las noches son
lentas.

 Charles Bukowski

jueves, 22 de diciembre de 2011

Ave Soul, de Jorge Pimentel

Estoy buscando el poemario Ave Soul de Jorge Pimentel, de eso va este post. Así que si alguien tiene un ejemplar en casa y quiere desprenderse de él, cosa harto improbable, ruego se ponga en contacto conmigo para intentar llegar a un acuerdo.

Ave Soul es un libro casi imposible de encontrar, lo he buscando por todas partes: todas las librerías que conozco de primera y segunda mano en Barcelona y en la red. Es algo así como el libro del que muchos hablan pero muy pocos han leído. Bueno, eso era antes. Ahora nadie habla de Ave Soul, ni de Jorge Pimentel, un poco como con Roberto Arlt. Hace poco me enteré que Jorge Pimentel estaba vivo. Fue periodista. No sé de qué come ahora. Supongo que de algo que no tiene nada que ver con la poesía, como todos los poetas. Quizá esté jubilado. El caso es que fundó Hora Zero en 1970, un movimiento poético peruano que se oponía a la poesía llamada culta en aquel entonces. Partían con la ventaja que el poeta oficial de Perú, por decirlo de alguno manera, César Vallejo era mucho más moderno y menos ubicuo que los poetas oficiales de otros países. Los muchachos de Hora Zero le declararon la guerra al adjetivo y a todos los pantanos de la cursilería. Un lirismo diferente, sin atriles. Se enfrentaron con todos: con la poesía oficial, con la extrema izquierda, con los apristas. Y todos les derrotaron, por supuesto. Los horazerianos solamente militaban en la poesía.

Un momento histórico en que en Latinoamérica surgieron varios movimientos de poesía marginal que soñaban con ser los nuevos bardos de un amor reinventado. En México surgieron los infrarrealistas de Mario Santiago y Roberto Bolaño, en 1975, fuertemente inspirados en Hora Zero. Una auténtica guerrilla contra la poesía oficial encarnada por Octavio Paz y contra la poesía campesina y demas expresiones líricas de un estalinisimo aburridísimo. Una guerrilla condenada a la derrota incondicional por exterminio. A los infrarrealistas no los soportaba nadie en México, todos estaban deseando que hicieran las maletas para no volver. En Chile, más tarde, Los Náufragos. A Los Náufragos no los conoce nadie. Apenas un portal en la red dedicado a ellos, administrado por un ingeniero civil y poeta, una suerte de exégeta solitario. Ni siquiera puedo recordar ninguno de sus nombres, sí algunos versos especialmente poderosos. Con ayuda del portal de internet logré elaborar, hace unos años, una antología pirata bastante exhaustiva, que no dudé en imprimir en la oficina donde trabajaba en aquel entonces. Me quedé hasta última hora, fingiendo que trabajaba y cuando pensé que no había nadie envié el documento. Frente a la impresora, esperando que el documento llegara y se imprimiera finalmente, pasé momentos de angustia. Nada hubiera sido peor que ser descubierto por un compañero o por un superior imprimiendo poesía. Cualquier cosa: billetes de avión, fotografías dudosas, extractos bancarios, contratos de cualquier tipo, tratados sobre el futuro de la masturbación, qué sé yo, sería visto como una leve corrupción por uso de la infraestructura de la empresa para disfrute o beneficio personal, algo benigno y perfectamente tolerable. Pero poesía, cuya forma la delata, me refiero a la distribución de las palabras en el papel. Nada más sospechoso, por enigmático. Tiene que haber un motivo oculto. Qué clase de perversión, qué trastorno inexplicable alguien que utiliza infraestructuras ajenas para algo tan superfluo. La poesía levanta sospechas, para qué engañarnos. ¿De qué? De hombría, supongo. De escasa inteligencia pragmática. De tisis.

El caso es que los horazerianos, con Pimentel a la cabeza, se abrieron camino en una América Latina plagada de grandes bardos nacionales como Neruda, Octavio Paz, antes Rubén Darío. Había que matar al padre de alguna forma. Y en todo eso apareció Ave Soul y después Tromba de Agosto, también de Pimentel y que es obviamente tan difícil de encontrar o más, si cabe, que el primero. Por los pocos poemas dispersos que he encontrado por ahí parece buena mierda. Félix Grande le escribió a Pimentel al leerlo:
“¡Qué salto enorme! ¿Qué te ha pasado, muchacho? ¿La pobreza, la patria errante, la carne infinita de mujer, el odio del mundo como una niebla nauseabunda, la muerte de tu padre, el miedo? Otros, con todo eso se vuelven cínicos y viles. ¡Y tú compones AVE SOUL!. Los infrarrealistas decidieron unirse a Hora Zero, tras recibir las respuestas de un cuestionario de 10 páginas que se encargó de responder el mismo Jorge Pimentel. El día de su recepción Bolaño le respondió: "Ok. Jorge - Hora Zero ya puede contar con tres integrantes más. Bruno Montané, Mario Santiago y yo". Esta tarde daré con Bruno un recital en Barcelona, Nos presentaremos como horazerianos y leeremos cosas de todos los jóvenes poetas latinoamericanos cuyos murmullos dejen ver aunque sea un dedito de lo que será la nueva sensibilidad". Y así la historia. Los hijitos de Nicanor Parra, echados a perder en la periferia de las metrópolis latianoamericanas, en el trago de la inmigración de la pobreza europea, aplastándose el hígado con entusiasmo, emprendieron el camino de vivir la poesía. Bailar en el delirio, que diría Mario Santiago y perseguir esa poesía que es ante todo un gesto. Rimbaud en polvos azules, mezcal Los Suicidas y habitaciones cochambrosas:
VIDAS DE LOS POETAS

En la poesía no hay final feliz.
Los poetas acaban
viviendo su locura.
Y son descuartizados como reses
(sucedió con Darío).
O bien los apedrean y terminan
arrójándose al mar o con cristales
de cianuro en la boca.
O muertos de alcoholismo, drogadicción, miseria.
O lo que es peor: poetas oficiales,
amargos pobladores de un sarcófago
llamado Obras Completas.

José Emilio Pacheco

Una idea: una comunidad de compra-venta de poemarios de segunda mano, por internet por supuesto. Ya está bien de depender de las exiguas estanterías dedicadas a la poesía en las librerías, de los lamentables repertorios de las tiendas virtuales. Uno se siente como una especie de pervertido, siempre en el último rincón de las librerías, doblado sobre sí mismo, perdiendo la espalda al buscar por la W (por ejemplo William Carlos Williams). En internet en los objetos raros de ebay. ¿Es qué acaso no hay suficientes lectores de poesía en castellano para que existan librerías virtuales en condiciones? Una librería física supongo que ya sería una utopía.
La última que me viene a la cabeza es contrabandistas, traficantes de poesía. Traficantes que apenas sacan para comer con su actividad. Traficantes románticos que me traen, de madrugada en el puerto de Barcelona, ejemplares de Ave Soul y Tromba de Agosto de Jorge Pimentel y pedazos de las aceras de Lima.

jueves, 15 de diciembre de 2011

Alí-Frazier (sobre el pasto)

En los combates de boxeo que levantan mucha expectación se produce un fenómeno demasiado humano, casi bíblico: las cábalas. Todas esas predicciones acerca de como transcurrirá el combate vistas las características técnicas y físicas de X e Y. Resulta que X tiene pegada, pero Y es más técnico, sabe bailar y a medida que avance la contienda podría ir cansando a X y hacerse con la victoria, pero ay si X le alcanza sorpresivamente en el mentón. Todas las conjeturas y verdaderas arborescencias de posibilidades, algunas de tercer o cuarto grado, es decir auténticas carreteras de hipótesis concatenadas. Luego llega la realidad y se manifiesta, sin parecerse a nada. Siempre sucede algo completamente sorpresivo que desbarata todos esos magníficos edificos mentales. Hay una película sobre eso (en realidad hay una película sobre casi cualquier chorrada): La gran esperanza blanca o algo así, sobre un pringao blanco al que un negro tumba en un santiamén, tras haberse convertido en un fenómeno mediático y encabezar todas las apuestas. Ya os la he contado, así no tenéis que verla.

Dicen los expertos que en el caso de los pesos pesados si alguno de los dos recibe un golpe directo, limpio, en los primeros compases del asalto inicial le será difícil, sino imposible recuperarse. Por lo visto dada la masa de estos púgiles y la barbaridad de kilos que descargan en sus golpes, éstos, cuando llegan a la cabeza sin obstrucciones, afectan de manera especialmente grave al sistema nervioso y si el púgil que recibe el golpe está todavía frío puede que ya no se recupere en todo el combate. Algunos se aventuran a decir que incluso en toda la vida. Un golpe así fue el que recibió el Barça el pasado sábado en el Bernabéu. No había dejado de sonar la campana y ya tenía la mandíbula desmontada. Cualquiera se hubiera ido a la lona ante semejante impacto. El Barça no. Quizás el Barça sea un peso medio, más Sugar Ray que Alí, o quizás esté por encima de todas las teorias de la medicina de gimnasio. El caso es que pasó unos minutos arrinconado contra las cuerdas, por un Madrid que insistía en encerrarle sin atinar a noquearle, mientras Guardiola gritaba que hiciera el favor de salir de las cuerdas. Luego el Madrid fue retrocediendo paso a paso, a veces tenía tanta prisa por lanzar el golpe que no sabía adonde. Y el Barça secuestró el balón. A partir de ahí, aún sin funcionar a todo tren, fueron emergiendo los enanos. Y otra vez La Pulga, algo impreciso en la gambeta, delicioso en el pase, siempre hambriento a la hora de la cena. El resto es una historia de sobra conocida y escrita hasta en los lavabos de los bares de carretera.

El Barça y el Madrid han dejado de ser equipos de fútbol. Son otra cosa, religión supongo o yo que sé, cultivo de retrasados. Los verdaderos equipos de fútbol son aquellos por los que sentir pasión carece de sentido, atenta contra toda lógica pues pierden siempre. Racing de Avellaneda, Atlético de Madrid, Espanyol; esas locuras que probablemente sólo sean explicables desde la religión, una religión judeo-cristiana que sacraliza el sufrimiento como verificador de todas los placeres. Una religión de verdad y no toda esa bazofia new age del pensamiento positivo y del éxito permanente. Fe en unos inútiles. ¿Hay algo más bello? El futuro es de los ineptos, sin duda. Incluso los equipos que descienden a segunda y luego a tercera. O los equipos bolañianos que descienden luego a regional y después desaparecen: los equipos fantasma. Sombras que dejan a una panda de aficionados hablando por los bares de las glorias pasadas de equipos que ya no existen como devotos de un Dios muerto. Luego desaparecen hasta los aficionados porque nadie engaña a un niño con una sombra.