miércoles, 23 de febrero de 2011

Los pueblos árabes

Tengo medio paquete de arroz, algunas setas,
un dolor de cabeza terrible y una antología de José Emilio Pacheco.
Pase lo que pase, mañana será otro día.
Resulta tan obvio que da hasta risa escribirlo.
Ceno delante del televisor:
primero Túnez, después Egipto, ahora Libia.
Veo un desfile de corbatas rectificando posturas
y pienso: te han secuestrado a Europa.
Mastico arroz en silencio y me digo:
quizás sea verdad eso de que la historia la hacen los pueblos.

lunes, 21 de febrero de 2011

Vida de Arthur Rimbaud


Jean-Nicolas-Arthur Rimbaud nació el 20 de octubre de 1952, en la pequeña y aburrida Charlerville. Su madre era Vitalie Cuif, – hija de unos propietarios rurales – una mujer severa e intransigente. Su padre, Fréderic Rimbaud, oficial del Regimiento nº 47, de guarnición de Mézières, la ciudad vecina. Se conocieron durante un concierto que daba el Regimiento, en la plaza de la estación. Ambiente que sirvió a Arthur Rimbaud (a partir de ahora A.R.) para uno de sus primeros poemas: A la musique. A.R. era el segundo de 4 hermanos: Fréderic (1951), Vitalie (1956) y Isabelle (1958).

A.R. estudió, junto a su hermano Fréderic, en el Liceo Rossat, escuela frecuentada por la alta burguesía. Desde el principio ocupó el primer lugar de la clase en todas las materias, puesto que no abandonó mientras duraron sus estudios. Era un alumno dócil y querido por todos sus maestros. Su familia se trasladó a una junto a un río. El río se convirtió en el centro de todas sus diversiones. Pasaba la mayor parte del tiempo echado en una barca leyendo poemas.

Georges Izambard, un joven dinámico e independiente, ingresó como nuevo maestro de la escuela. Pronto descubre a A.R. y A.R., a través de Izambard, a Victor Hugo. Hecho que provoca las iras de su madre, que considera que los Miserables no es una lectura apropiada para un muchacho de su edad. A.R. tiene 16 años y empieza a escribir sus primeros poemas. Es 1968, París está a punto de arder bajo las llamas de una nueva revolución juvenil y A.R. no tiene dinero pero decide ir a París como sea. Consigue ir en autoestop hasta Saint Quentin, una vez allí piensa que si sube a un tren logrará burlar la vigilancia y llegar hasta París. En la Gare du Nord es detenido y conducido en primer lugar a la Prefectura y a continuación a la cárcel de Mazas. Desde su celda consigue contactar con Izambard y éste acude a rescatarle. Una vez libre ronda por las calles de París sin un céntimo, leyendo libros de historia y política: Pierre-Joseph Proudhon, Louis Blanc, Mijail Bakunin, Piotr Kropotkin. No habla con nadie de arte, ni de literatura; su única preocupación es la comida. André Gill, un dibujante, le acoge en su estudio. Por esa época escribe: “París es sólo un estómago”. Deja crecer su pelo rizado, porque ha decidido hacerse poeta maldito.

Llega mayo y estalla la revolución. A.R. subido a una farola del barrio latino grita a todo pulmón: “¡Hemos vencido al orden!”. Participa en algunas publicaciones estudiantiles de Nanterre y la Sorbonne, pero al enterarse que han ocupado el Teatro del Odeón corre a unirse a la ocupación. Es bien recibido por los estudiantes y obreros, aunque él en realidad no es ninguna de las dos cosas. Compone himnos revolucionarios y llega incluso a escribir una constitución comunista. A los ocho días decide abandonar el Teatro del Odeón, desalentado por la suciedad y la vulgaridad de muchos de sus compañeros. En su poema La Coeur volé escribe: “han robado su ideal y le han hecho servir de payaso”.

Sintiéndose solo y desmoralizado en mitad de la algarabía parisina que, en su opinión, carece de significado real escribe una carta a su amigo Paul Demeny. En ella afirma que el poeta no ha de ser un artista, sino un verdadero vidente. La poesía no es el cielo azul, sino el abismo sin fondo de lo desconocido. En sus propias palabras el poeta debe convertirse en el “gran enfermo, el gran criminal, el gran maldito y el sabio supremo”. Gracias a un amigo de Izambard conoce a su admirado Paul Verlaine, que es el único poeta que puede comprenderle. Hacen el amor por primera vez en uno de los lavabos públicos de la Gare de Austerlitz. Paul Verlaine tiene 26 años y está casado con Mathilde Mauté. A.R. sigue teniendo 16 años.

Con el tiempo a la esposa de Verlaine le resulta insoportable la amistad de éste con A.R. A.R. es rápidamente apartado del grupo de intelectuales que rodean a Verlaine, ya que falta al respeto de forma ostentosa, llegando al insulto, a todos y cada uno de ellos. Es su momento supremo. El adolescente se ha convertido en un genio voyant y por esa época escribe su obra maestra: Bonne pensée du matin. En París solo le quedan sus amigos Gavroche y Richepin con quienes se reúne a menudo en lo que llaman la Academia del LSD. Decide huir.

Acude a casa de Verlaine dispuesto a suicidarse pero éste le convence para que vayan juntos a Bélgica. Más adelante se embarcan a Dover. Es la primera vez que A.R. ve el mar. Se instalan en Londres. Verlaine vuelve junto a su mujer, ante el terror que le produce no volver a ver a su hijo. A.R. vuelve con su familia, al quedarse sin fondos. No soportan la vida separados, así que deciden encontrarse de nuevo en Londres. Intentan organizar lo que A.R. llama una “economía positiva”. Ponen anuncios en el Times y consiguen algún alumno de francés. Ambos están al límite de su cordura. Sus nervios se tensan, rozando la esquizofrenia. Verlaine se traslada a Bruselas, donde se encuentra con su madre. A.R. le sigue. En una habitación de hotel los tres tienen una discusión, que termina con Verlaine hiriendo de varios tiros a A.R. en un brazo, de lo que se arrepiente de inmediato, acompañándole al hospital. Al regresar al hotel la discusión continúa, A.R. llama a la policía y Verlaine es condenado a 2 años de cárcel.

En esa época, completamente hundido, escribe Une saison en enfer, la novela romántica más sorprendente que se ha escrito hasta ahora. La obra empieza con estas elocuentes palabras: “En otro tiempo, si mal no recuerdo, mi vida era un festín en el que se abrían todos los corazones y en el que se derramaban todos los vinos”. Nadie quiere ayudarle a lanzar su libro. Viaja de nuevo a Inglaterra en primavera y escribe Illuminations. Desde Londres, sin soportar la soledad, lanza una llamada de auxilio a su madre y a su hermana que acuden a reunirse con él. Pasan un mes juntos, como auténticos turistas y en Navidades regresan a Charleville. A.R. tiene 20 años y no vuelve a escribir poesía nunca más. Tras 4 intensos años el poeta ha muerto.

El resto de su vida es un peregrinar incansable en busca de un lugar en el que establecerse. Se va a Alemania, pasa a Italia andando, regresa a su ciudad natal en innumerables ocasiones. Viaja a El Cairo, le vende un contingente de armas a un reyezuelo africano. Finalmente se establece como un exitoso comerciante de dudosa moralidad en África, con los regímenes títere de las potencias occidentales surgidos tras la descolonización del continente negro. Quienes le trataron en esos días dicen que no quería saber nada de la poesía, la consideraba una locura transitoria que le infectó durante la juventud y que, afortunadamente, la madurez había extirpado de cuajo. Era un comerciante ejemplar, según sus proveedores. Jamás se retrasó en un pago. No soportaba la impuntualidad, ni, como es natural, el impago. Pese a lo mucho que se ha escrito al respecto, no hay indicios que le relacionen con el tráfico de drogas. Regresa a Francia en febrero de 1989. Tiene un tumor canceroso, de origen reumático y sifilítico en la rodilla izquierda que avanza de manera imparable. Le ingresan en el hospital de Marsella. Su hermana se consagra enteramente a su cuidado. El 10 de noviembre de 1989 muere, veinte días después de cumplir 37 años. Murió en el más estricto respeto a los principios religiosos, por ello, sus restos descansan en el cementerio católico de Marsella.