lunes, 18 de marzo de 2013

2. Una historia radicalmente concentrada de la literatura argentina: Borges (by Piglia)

Respiración artificial, Ricardo Piglia (Anagrama), es una novela de ideas (¿metaliteraria?) que opera desde la hibridación utilizando los mecanismos del engima propios de la novela policial.

Tiene 2 partes.

La primera es una novela epistolar donde se busca el rastro de un prócer (o de alguien que pudo ser un prócer) de ese larguísimo pleito entre unitaristas y federales que fue el siglo XIX argentino. Un tumulto que duró décadas. Sangre regando la pampa. Lavalle y el general Rosas. Y la guerra interminable. Un tema que regresa siempre en la novela argentina. Ahora pienso, por ejemplo, en Sobre héroes y tumbas.



La segunda parte es, ya sin cartas de por medio, una conversación que dura la noche entera. En la conversación se esbozan distintas teorías literarias. Una de ellas sobre un Kafka visionario, sobre un Kafka cabalístico que anticipó el horror europeo en El Proceso. Otra sobre Wittgenstein. Muchas teorías. Teorías audaces y lúcidas.

La que más me interesa ahora es la que se expresa al principio de la segunda parte y que es una teoría que Piglia ha venido defendiendo ha muchos años.

Emilio Renzi (el protagonista) dice algo así: la literatura argentina moderna desaparece en 1942.

Su interlocutor: ¿Por qué en 1942?

Emilio Renzi: 1942 es el año de la muerte de Roberto Arlt. El único escritor argentino moderno.

Su interlocutor (y un coro de lectores) pregunta entonces: ¿Y Borges?

Emilio Renzi: Borges es el mejor escritor argentino del siglo XIX.

Esa es la clave.
Luego Renzi se explica. El propio Piglia ha expuesto su brillante lectura del canon argentino en muchas otras ocasiones.

Intentaré resumirlo:

Existen 2 líneas antagónicas en la literatura argentina del siglo XIX, representadas por sendas obras fundacionales.

En un rincón del cuadrilátero tenemos a Sarmiento con su Faustino o civilización y barbarie en las pampas argentinas. De ese lado, digámoslo así, está la utopía europea; los unitaristas y su sueño modernizador (muy siglo XIX). La biblioteca, la universidad, la erudición. De hecho el Facundo empieza con una cita del francés. Mal atribuida, por cierto. Piglia dice que no deja de ser premonitorio que una de las obras fundacionales de la narrativa argentina empiece citando del francés y mal. Sarmiento tiene sus seguidores y ahí se inicia, probablemente, una tradición interesantísima: la novela argentina. Una novela híbrida, extraña, periférica respecto al canon tradicional y que luego continuaron Macedonio o Sábato o el propio Cortázar con Rayuela. Novelas, todas, a contrapelo de lo que se supone que debería ser una novela.

En el otro lado del cuadrilátero tenemos El Gaucho Martín Fierro de José Hernández. Es decir: la pampa contra la ciudad. El gaucho como metáfora del argentino. La experiencia vital frente a la biblioteca. En definitiva: el destino suramericano, a menudo trágico, frente al intelectualismo europeo. La rivalidad (y se puede hacer mucha mala literatura con esto) resume el siglo XIX argentino. Unitaristas contra federales. Buenos Aires contra a la pampa. No es la primera obra, pero sin duda el Martín Fierro desata un fenómeno curioso: el de la literatura gauchesca. Siempre me ha maravillado que los poetas argentinos, como nación joven que son, se pusieran a construir su literatura épica en pleno siglo XIX.

Según Piglia Borges aúna esas dos tradiciones. Y juega con ellas, operando desde la parodia y la miniaturización. Borges descubre que su mundo es el de las miniaturas, donde comprime la tradición argentina, estableciendo un diálogo con ella. Una última lectura ecuménica y lúdica que cierra definitavemente el siglo XIX argentino.

Por lo tanto Borges escribe siempre 2 cuentos. O 2 tipos de cuentos. Aunque en realidad es como si Borges escribiera siempre los mismos 2 cuentos que confluyen en El Sur.

1. Cuento de euridición, donde traza mapas de lecturas de obras antiquísimas (algunas inventadas, Borges en eso sí es muy moderno, utiliza la falsa erudición) y construye la intriga a partir de juegos intelectuales que aspiran siempre a la precisión matemática. Ese es el Borges europeo. El Borges que se enmarca dentro de la tradición de Sarmiento. Un Borges que nos dice: la Biblioteca es la vida. La única experiencia que vale está en la lectura.

2.  Cuento orillero, donde Borges nos relata las aventuras de hombres que dirimen sus asuntos a cuchillos en las orillas de Buenos Aires. O en la pampa. Pienso en El hombre de la esquina rosada (Historia universal de la infamia), donde Borges encuentra la voz del narrador (un arrabalero) para hacer valer eso que él mismo dijo: cuando descubres una voz, descubres un destino. Aquí Borges nos dice: la vida está en encontrar la muerte bajo el sol, acometiendo, defendiendo el honor. Es decir: la vida está en la vida, en la experiencia de primera mano; no en la lectura.

Su cuento preferido era El Sur (Ficciones). Justamente El Sur es el único cuento donde mezcla las dos vertientes. En el personaje tiene lugar la contradicción entre el destino urbano/europeo y el destino de la pampa/suramericano. Siempre podemos encontrar esa pregunta en Borges: ¿ha vivido realmente alguien que sólo ha leído?

En el prólogo de la reedición de Fervor de Buenos Aires, su primer libro de poemas, Borges volvía a plantear magistralmente esa disyuntiva entre sus dos literaturas y que tal vez nunca llegó a resolver:

En aquel tiempo, buscaba atardeceres, los arrabales y la desdicha; ahora, las mañanas, el centro y la serenidad.