jueves, 16 de abril de 2015

Deflagración, intento de making off

Escribí Deflagración (Editorial Pezsapo, 2015) para mí mismo, en un intento de encontrar mis temas, a la vez que intentaba cerrar algunas cuestiones del pasado. Probablemente la novela nazca de algunos de mis mitos, que en realidad son los mitos que me legaron generaciones anteriores a través de sus libros y de los relatos orales de sus experiencias directas, y que al visitar físicamente me di cuenta de que estaban en ruinas. A partir de ahí, supongo, Deflagración narra ese encuentro desencantado, a la vez que el intento de encontrar una épica propia, en una Europa que parece estar más para aritméticas que para épicas. En este caso, el protagonista y el autor, comparten esa vocación de exploración permanente. Por eso el protagonista viaja - no lo sabía mientras escribía y ahora me doy cuenta de que he adquirido conciencia de ello sin saberlo -, por eso lee; porque viajar y leer (como follar) son dos formas de hacer la misma cosa, dos expresiones de la misma búsqueda, dos de los escalones fundamentales del aprendizaje. Y Deflagración no pretende ser otra cosa que una novela de aprendizaje, eso que el mundo germánico llama Bildungsroman. Y el aprendizaje siempre tiene la forma de un viaje, de un viaje hacia lo desconocido, como ese poema de Rimbaud que habla de un barco que parte hacia algún lugar atravesando ríos impasibles. 

A pesar de los paisajes y de cierta apatía propia de esta época, a pesar de las múltiples decepciones, creo que Unai Guerrero, el protagonista, comparte conmigo el optimismo de la curiosidad que siempre le conduce a subirse a otro tren, a llegar a una nueva ciudad, que nunca será la última, a leer a un nuevo poeta. Escribí Deflagración, ahora lo sé, para mí mismo y para mis propios fantasmas que, como diría Bolaño, son los únicos que no tienen tiempo porque están fuera del tiempo.

De entre todos mis fantasmas, hay uno muy especial que me ha acompañado durante algunos años. Es el fantasma de Salvador Iborra. Salvador era un poeta valenciano en lengua catalana que fue asesinado, producto de la mala suerte, en el Barrio Gótico de Barcelona en septiembre de 2011. Escribí sobre él en este mismo blog (podéis leerlo aquí) mucho antes de que Deflagración fuera ni siquiera una idea y el otro día me sorprendió al leerlo lo mucho de la novela que ya había allí. Con Salvador Iborra, me pareció sentir al leerlo, creo que compartía una misma sensibilidad poética y eso me ayudó, en un momento en que encontraba muchas dificultades para escribir, a no apearme del tren de forma definitiva. Encontré en sus poemas, además de inteligencia y valentía, ánimos para seguir adelante y a un amigo. Por todo ello, le estaré eternamente agradecido. Es uno de esos fantasmas personales, el más cercano tal vez, para los que escribí esta novela.


Podéis encontrar más información sobre Deflagración (y hasta comprarla en un rapto de locura) aquí.


Presentaré la novela en los siguientes lugares los siguientes días.


BARCELONA

Viernes 15 de Mayo, 19:30
La Central del Raval, calle Elisabets 6


MADRID

Miércoles 27 de Mayo, 20:00
Cervantes y Compañía Libros, calle del Pez 27


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