jueves, 30 de abril de 2015

Fragmentos de "Paseos con mi madre", de Javier Pérez Andújar

Fragmentos de "Paseos con mi madre", Javier Pérez Andújar, que registro (en cursiva) y comento aquí mientras leo el libro con el objetivo de fijarlos antes de que se pierdan en el oleaje de su prosa y en el agujero de gusano de mi memoria, que tiende siempre a deformarlo todo para regresar a un pasado que es ligeramente distinto al que viví. Fragmentos, claro, que me gustan y con los que estoy parcial o totalmente en sintonía, si es que eso sirve de algo en literatura.

Se anda como se escribe. Desde el primer día andaré por Barcelona extraño como alguien que ha llegado del campo (pero del campo de la cultura), igual que el cowboy de medianoche, y cuando vuelva al barrio en autobús iré hundiéndome en el asiento en homenaje a su amigo Ratso de camino de Miami. Los personajes de la película, Joe y Ratso, como aquellos dos caracteres que vio Stevenson en su conciencia, son en mi corazón delator dos escrituras a elegir.

Midnight cowboy. Los dos amigos que atraviesan todas las desventuras imaginables. La figura eterna de Don Quijote y Sancho. Joe y Ratso. Un cowboy texano y un pillo cojo del Bronx en la jungla de Manhattan, que es La Mancha contemporánea. El cowboy, el caminante, el emigrante, el buscavidas que llega repleto de optimismo a la ciudad, esa es la versión actual del caballero andante. La amistad, una vez más, solamente puede nacer y fortalecerse bajo la luz cruda y verdadera de la derrota.


En la sociedad barcelonesa siempre hay alguien en medio para evitar que dos personas diferentes entren en contacto. En Barcelona a la clase intermedia le da miedo que las cosas pasen. Le horripila el carnaval de la vida, le horroriza que ocurra como en la canción de Serrat y que por un día el rico y el villano, el prohombre y el gusano, bailen y se den la mano, sin importarles la facha. Para impedirlo están. Aquí la clase intermedia es impenetrable, es un estorbo, y a ese estorbo le llaman país. 

Si no som catalanets no som res, señala contundente el patriarca al principio del documental del SUB "Katallani". Esas capas medias, esa menestralía, a fin de cuentas, que milita en la mediocridad, en el sentido más estricto del término, y a la que tanto le asusta salirse de sus angostos márgenes. Y en vez de cultura, cultureta y a poder ser folklore, que el arte verdadero espanta y a un artista, ya se sabe, no le dejaría uno al cuidado de su cartera. Nietszche abjuró del cristianismo porque era una moral de esclavos, pues parece que en algún lugar existe una forma de patriotismo que es una moral de tenderos, de laboriosos botiguers. Y a repetir día y noche que somos un país muy petit, tan petit que de tanto decirlo sufre un proceso miniaturización permanente, igual que sus habitantes que de catalanes pasan a ser catalanets. No hace mucho alguien en El País escribió sobre industriosos hobbits y todos se escandalizaron muy mucho porque les pareció una ofensa considerable, además de madrileña. Y así, anar fent y todo eso, a poc a poc, que no es pot tenir tot. Qué sé yo, todo esto me entristece una mica. Joan Ferraté trató de explicarlo, de intelectualizarlo diría yo, en este artículo publicado en 1988 en El País (en 1988 ya se habían repartido todas las cartas) titulado Cataluña, lengua y cultura. Artículo legendario. 


Voy a verme fascinado por el catalán de mis amigos, el catalán de sus padres, que iré distinguiendo como lenguaje vivo del pueblo. Su habla vulgar del nusaltros, el buenu y el anllavorans, será de la que más cerca me encuentre, y cuando el idioma vaya a normalizarse y esta manera de hablar de desautorice sentiré que han vuelto a ganar los pijos, que la forma de hablar de toda esa gente, de mis vecinos, de mis amigos, ha sido traicionada. 

La lengua como territorio vigilado por una policía filológica. No solo la lengua, aun más allá: el habla. La utopía de la hipercorrección. Hace tiempo, al leer los textos de Piglia sobre el conflicto que hubo en Argentina entre el modelo académico de lengua literaria de Borges y Lugones, frente al modelo callejero de lengua literaria de Arlt (el lunfardo trufado de italianismos, de galleguismos y de otros barbarismos: la única lengua posible de los porteños), me era inevitable pensar en la lengua catalana. ¿Quién es el Arlt de la literatura catalana? ¿El Arthur Miller? ¿El Céline? ¿El Bukowski? La hegemonía de la filología sobre la literatura. La obsesión y el miedo santifican un escribir bien que crea a su paso nuevos cementerios literarios. El paraíso de la hipercorrección es siempre un infierno literario.

Leer, supongo, es una forma de escribir, igual que escribir es leer. Y que, como ya se ha dicho hasta el aburrimiento, escribimos porque otros han escrito antes. 

lunes, 20 de abril de 2015

Primera reseña de "Deflagración"

Me hace especial ilusión que la primera reseña de "Deflagración" sea obra de un escritor valenciano en lengua catalana. Creo que ello cierra un círculo, tal vez una espiral, que la novela de alguna manera trata de abrir. Me alegra que, con la normalidad que debería proceder, un escritor en lengua castellana se interese por la obra de un poeta en lengua catalana y a la inversa. Me hace pensar en la indestructible amistad alcohólico-poética de Gil de Biedma y Gabriel Ferrater. Manel Alonso i Català ha sido muy generoso conmigo, quizá demasiado, con tan elogiosa reseña.



jueves, 16 de abril de 2015

Deflagración, intento de making off

Escribí Deflagración (Editorial Pezsapo, 2015) para mí mismo, en un intento de encontrar mis temas, a la vez que intentaba cerrar algunas cuestiones del pasado. Probablemente la novela nazca de algunos de mis mitos, que en realidad son los mitos que me legaron generaciones anteriores a través de sus libros y de los relatos orales de sus experiencias directas, y que al visitar físicamente me di cuenta de que estaban en ruinas. A partir de ahí, supongo, Deflagración narra ese encuentro desencantado, a la vez que el intento de encontrar una épica propia, en una Europa que parece estar más para aritméticas que para épicas. En este caso, el protagonista y el autor, comparten esa vocación de exploración permanente. Por eso el protagonista viaja - no lo sabía mientras escribía y ahora me doy cuenta de que he adquirido conciencia de ello sin saberlo -, por eso lee; porque viajar y leer (como follar) son dos formas de hacer la misma cosa, dos expresiones de la misma búsqueda, dos de los escalones fundamentales del aprendizaje. Y Deflagración no pretende ser otra cosa que una novela de aprendizaje, eso que el mundo germánico llama Bildungsroman. Y el aprendizaje siempre tiene la forma de un viaje, de un viaje hacia lo desconocido, como ese poema de Rimbaud que habla de un barco que parte hacia algún lugar atravesando ríos impasibles. 

A pesar de los paisajes y de cierta apatía propia de esta época, a pesar de las múltiples decepciones, creo que Unai Guerrero, el protagonista, comparte conmigo el optimismo de la curiosidad que siempre le conduce a subirse a otro tren, a llegar a una nueva ciudad, que nunca será la última, a leer a un nuevo poeta. Escribí Deflagración, ahora lo sé, para mí mismo y para mis propios fantasmas que, como diría Bolaño, son los únicos que no tienen tiempo porque están fuera del tiempo.

De entre todos mis fantasmas, hay uno muy especial que me ha acompañado durante algunos años. Es el fantasma de Salvador Iborra. Salvador era un poeta valenciano en lengua catalana que fue asesinado, producto de la mala suerte, en el Barrio Gótico de Barcelona en septiembre de 2011. Escribí sobre él en este mismo blog (podéis leerlo aquí) mucho antes de que Deflagración fuera ni siquiera una idea y el otro día me sorprendió al leerlo lo mucho de la novela que ya había allí. Con Salvador Iborra, me pareció sentir al leerlo, creo que compartía una misma sensibilidad poética y eso me ayudó, en un momento en que encontraba muchas dificultades para escribir, a no apearme del tren de forma definitiva. Encontré en sus poemas, además de inteligencia y valentía, ánimos para seguir adelante y a un amigo. Por todo ello, le estaré eternamente agradecido. Es uno de esos fantasmas personales, el más cercano tal vez, para los que escribí esta novela.


Podéis encontrar más información sobre Deflagración (y hasta comprarla en un rapto de locura) aquí.


Presentaré la novela en los siguientes lugares los siguientes días.


BARCELONA

Viernes 15 de Mayo, 19:30
La Central del Raval, calle Elisabets 6


MADRID

Miércoles 27 de Mayo, 20:00
Cervantes y Compañía Libros, calle del Pez 27